Hay un sol maligno al otro lado de la galaxia.
Una ciclópea esfera de verdiazul incandescencia cuyo existencia tiene como único objetivo reencontrarse con su gemelo antitético, nuestro propio sol, en un apocalíptico abrazo final.
Por esto es que desde el principio de los tiempos sigue inexorablemente una trayectoria rectilínea y uniforme, dejando tras de si una estela de aniquilamiento cósmico.
Nada puede hacer con su destino regicida puesto que es como una flecha que se disparó millones de años atrás desde un arco de negrura espacial.
Cuando su asesina cercanía sea lo suficientemente perceptible por los artilugios humanos éstos lo bautizarán con diferentes nombres con la esperanza de quien se aprende de memoria todos los términos relacionados con la enfermedad que lo está matando. Némesis, Caín, Yan. Serán éstos los vanos intentos de la humanidad de domar semioticamente una catástrofe astronómica. Pero los soles son indomables y éste es un ejemplar particularmente asesino.
El Tao de los Soles Gemelos es inevitable y los hombres, en los últimos instantes que precederán a su extinción, comprenderán, mirando hacia el cielo con amargos rostros de aceptación, el verdadero significado de la brutalidad cósmica.
Dos hermanos se abrazan y la luz de una vela se extingue.
viernes, mayo 22, 2009
El Tao de los Soles Gemelos
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