sábado, abril 28, 2007

Galaxia en miniatura

Una mujer sola, acostada en la cama de la habitación de un hotel de segunda, está dando a luz a una galaxia en miniatura.
Respira y puja tratando de imitar a todas aquellas parturienteas que vió en las películas, pues jamás fue madre. De hecho, jamás estuvo carnalmente con un hombre.
Las pequeñas explosiones del aire acumulado en las arcaicas cañerías del hotel, y el relampagueo incesante, proveniente del falso contacto de la única lámpara que ilumina la escena, parecen conjurar una tormenta dentro de la habitación. Una tormenta en miniatura.
En los ojos de la mujer, prácticamente velados por la cortina danzante de su cabello sudoroso, puede leerse un profundo terror, pero a la vez una infinita esperanza. Pues ella, profesional y virgen de cuarenta y cinco años, a pesar de haber sido siempre atea, recuerda que la última vez en la historia que una mujer inmaculada dió a luz, su producto fue un hombre que cambió la historia.
Pero el milagro que emerge, pulsante, de entre sus piernas no es salvador alguno, ni siquiera un futuro carpintero. Dentro de una esfera de contención que su cuerpo tejió, valiéndose de materiales translúcidos e hiperdensos que jamás imaginó habitaran en las profundidades de sus entrañas (y a pesar de haberse negado rotúndamente durante todo este embarazo cósmico a tejer siquiera un escarpín), se gestó durante nueve milimétricamente exactos y esperanzadores meses una galaxia en miniatura.
La impronta que se graba como a fuego en su retina al contemplar el nacimiento de su imposible hijo le recuerda a la primera y única vez que visitó el planetario; "Dios mío, está lleno de estrellas", pensó como aquella vez, haciendo una involuntaria referencia a la película "2001, Una Odisea Espacial", que, de hecho, jamás vió.
Y porque toda placenta está hecha para romperse al servicio de la vida es que también ésta, a pesar de su naturaleza estelar, muere en una ridícula e insignificante explosión que suena, algo así, como un "¡pop!". Pero a costas de parecer insignificante, es esta explosión la que deja expuestas las temblorosas y abiertas piernas de la madre primeriza a las fuerzas intergravitacionales de su ingrato hijo, provocando una esfera de destrucción total de aproximadamente sesenta centímetros de diámetro. El melancólico empapelado con oscuras reminiscencias escherianas de la habitación, se ve súbitamente actualizado por un salpicré carmesí, producto de la feroz e instantánea espiral sanguinolienta, conjugada por el fluído vital que un segundo atrás circulara por las piernas de la mujer, a quien solamente le quedan segundos de vida.
La recién nacida galaxia en miniatura se dirige flotando, como un globo de helio, hacia la única ventana de la habitación, cuyas cortinas, de un amarillo sucio que recuerda el color de la primera orina de la mañana, se abren, obedeciendo a las insondables fuerzas desatadas y como en una reverencia, dejando un perfecto espacio esférico.
La mujer, con el poco resto de sangre que irriga su agotado cerebro piensa, al contemplar al fruto de su vientre "ahí va mi bebé", y finalmente muere con una satisfecha sonrisa.
No es posible juzgar toda esta escena con un corazón humano, a pesar de estar teñida de desencanto e insalvable injusticia. Es que, sencillamente, los eventos cósmicos siempre suceden con desmedida violencia.

7 comentarios:

  1. chewbaka te encontro
    danteaavalle@yahoo.de

    ResponderEliminar
  2. LAuro
    soy matias , muy buenos tus escritos.
    este es mi mail
    matlegaria@hotmail.com
    www.lavirgenfilms.com
    un abrazo grande.
    Matias

    ResponderEliminar
  3. que lindo relato...lo fantástico se mezcla con la realidad...¿acaso no somos, cada uno, una inmensa galaxia de múltiples sistemas que se relacionan entre sí?

    muchos besos

    ResponderEliminar
  4. excelentísimo! como me gustan tus relatos cósmicos! como dijo algún físico pasado de rosca cuyo nombre no recuerdo, "quizás el Universo es algo que ocurre de vez en cuando"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy amable, Nina. Me vas a hacer sonrojar. Y afortunadamente el universo ocurre de vez en cuando. Es un fenómeno demasiado violento para nuestras lábiles carnes de monos parlantes.

      Eliminar
  5. yo pensaba tambien que lo eventos cosmicos ocurren con desmedida violencia en el sentido de lo inevitable, de lo que se impone, de lo que sucede de un segundo a otro cambiandolo todo.
    Hermoso tu relato. Increible tu descripcion tan real de un parto, siendo hombre. Es exacto cómo lo describis. La locura, la carne parlante y el cosmos conjugados en esos interminables minutos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Gabriela. Probablemente a todos, inclusive a quienes jamás parimos, se nos impregna en la piel de adentro algo de esa experiencia cósmica en el momento de nuestro propio nacimiento. Freud diría que no, pero me gusta jugar con la idea.

      Eliminar