En un quirófano iluminado como un estadio de fútbol le realizan a un hombre una cirugía exploratoria. El paciente ha ido perdiendo peso inexplicablemente a través de las últimas semanas. Los estudios preliminares no registran ninguna causa, por esto es que médicos enguantados manipulan sus órganos abdominales como carniceros que preparan los cortes para un asado.
El cirujano principal toma la vesícula biliar, apartándola hacia un costado sin ningún tipo de delicadeza, pues para él el verdadero significado de sus actos, la auténtica escencia del acto quirúrgico en sí, podría volverlo loco o llevarlo al suicidio inmediatamente. Pero no es su verdadera escencia sádica, su secreto masoquismo visceral, del cual ni siquiera él es conciente, el detalle más perturbador de esta escena, sino aquello que el cirujano encuentra detrás de la vesícula, o mejor dicho aquello que no encuentra.
Al correr el órgano como si fuera un telón de carne el cirujano descubre un agujero del tamaño de una cereza, una ventana imposible al espacio exterior, a través de la cual puede ver con los ojos desorbitados de delirio cómo escapan minúsculas partículas del cuerpo del paciente, para alejarse flotando hacia las estrellas, las cuales pueden vislumbrarse a la perfección a través del imposible hueco.
La incredulidad del cirujano y los años de condicionamiento pragmático lo llevan a cometer el error de su vida, pues como Tomás palpando la herida mortal de Cristo, introduce los dedos índice y mayor de su mano derecha a través del agujero. Una décima de segundo luego de penetrar en esta herida en la realidad, sus dedos se congelan instantáneamente en un estado que no tiene retorno, poniendo fin abruptamente a su carrera en la medicina. En otra ventana, y no en esta, puede vérselo dedicando su vida a la carpintería.
El cirujano es inmediatamente relevado y el resto del equipo de carniceros, sin llegar a ver con sus propios ojos lo imposible, pues la vesícula, libre de la mano de la ciencia, vuelve a ocupar su lugar de manto de piedad orgánico, cierran al paciente y no vuelven a hablar de aquella tarde durante el resto de sus vidas.
Éste, como tantos otros, es un fenómeno que anuncia el quebrantamiento de todas las leyes naturales y humanas. Un fenómeno pre-apocalíptico.
sábado, octubre 17, 2009
Fenómenos preapocalípticos: Una ventana al espacio exterior
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antes que nada
ResponderEliminarwowwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
me encantó!
me gustó mucho!
excelente!
amo la ciencia ficción (o la realidad bien acá pero que no entendemos con nuestros pequeños cerebros).
gracias por pasar!
lindo lindo
Pará. Primero pensé que cuando escribiste esto, estarías bajo los efectos del LSD o alguna drogra psicotrópica muy power.
ResponderEliminarLuego, al leer "introduce los dedos índice y mayor de su mano derecha a través del agujero", me dije: esto es muy porno o yo tengo la idea fija.
Jessica, si te resulta porno la idea de introducir dos dedos en una herida que conduce al espacio exterior, estás en el blog adecuado.
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